Born to be wild: Cruzar el mar en tu compañia

Sólo vivir vale

Escalé a la cima de la montaña más alta y vi a cada una de las personas que forman este mundo. Pude contemplar cada uno de su rasgos y compararlos con los míos, siendo mejores o peores. Cometí el error de juzgarme a mí misma y me prometí no hacerlo nunca más. Vi cada continente en todo su esplendor y los anchísimos mares que nos rodean. Tendí la mano a mis oponentes y no me arrepentí de haberlo hecho. Corrí a la velocidad de la luz sin detenerme en ningún momento. Salté de país en país y fui dejando huellas por todo el planeta Tierra. Agarré las nubes con mis propias manos y decidí no soltarlas nunca más. Busqué un lugar en el que no se pudiera crecer y quise quedarme para siempre. Cometí el crimen de la venganza y me resultó satisfactorio. Dibujé el infierno tal y como nos lo pintan. Entendí que significa el sufrimiento merecido. Fallecí en cada una de mis reencarnaciones y guardé un pequeño recuerdo de cada una de ellas. Planté cara a mis miedos a pesar de que no estaba segura de lo que hacía. Sonreí cuando no había nada bueno para hacerlo. Viví muchas aventuras, algunas de ellas peligrosas. Noté un millón de subidones de adrenalina. Me puse eléctrica en el peor de los momentos y no supe controlarme. Adiviné que pensaba cada persona con sólo una simple mirada. Amé lo más insignificante que se puede llegar a tener. Hice montañas de un simple grano de arena. Bailé bajo la lluvia hasta quedar totalmente empapada. Levanté la cabeza cuando me estaba muriendo de vergüenza por dentro. Y no descanse jamás, sólo me senté en una roca, me puse a escuchar música y pensé en la manera de bajar de aquella montaña que me había recordado lo que era vivir.

Born to be wild

lunes, 15 de agosto de 2011

Cruzar el mar en tu compañia

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